En los límites del partido se han realizado varios murales. Hubo alguna vez unas cataratas pintadas en este paredón de la barranca, que vertían desafiantes su caudal sobre la vereda. Más tarde fue tapado pero por suerte volvieron a pintar una hermosa obra.
En Solís y Paraná, Anchorena partido de San Isidro, se encuentra este mural muy bien realizado con aerosoles en el que se vio trabajar a varios artistas durante un par de días.
Se trata de una composición simétrica que representa peces, serpientes, peludos, una enorme lechuza negra.
Es interesante notar que la serpiente, si bien en la tradición judeocristiana es representación del mal, en el oriente representa la fuerza, la sabiduría y la energía. Así mismo la lechuza o el búho era símbolo de Atenea, diosa griega de la guerra y la sabiduría. Los peces son antiguo símbolo de la vida y el armadillo... bueno, no sé ¿símbolo del charango?
Sobre el eje de simetría un ojo vigilante nos contempla. ¿El ojo de Dios, de Gran hermano, del Gran Arquitecto?
Un árbol, seguramente un arbol de la vida, conexión ancestral de la tierra con el cielo, se eleva sobre una luna llena fecunda.
Todo sobre un fondo de diseño tribal -maorí, violeta y negro, plano-, al igual que una cabeza que recuerda vagamente un mohai pascuense, ubica al público más romántico en lugares exóticos. Y al público más científico en un tiempo de sociedades menos complicadas, en lo económico y en lo político, con una relación más cercana con la naturaleza.
Si bien se lo ve estático, impenetrable, la intensidad de los colores no permite que pase desapercibido. Con la fuerza de un cartel luminoso o un escudo de armas nos interpela y vibran en nuestros ojos sus violetas, verdes y naranjas equidistantes.
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Potentes colores para fuertes símbolos: La lechuza, la sabiduría... el pez, la vida. |
El marco vegetal natural del paredón soporte es muy hermoso. Bananeros, hiedras, Santa Ritas y tras el muro unas palmeras pindó que asoman.
¿Todo es un sueño o todo apunta hacia nosotros? El poderoso orden natural nos vigila.